Jean Baudrillard (I): miniaturización





Han llegado los tiempos de una miniaturiza­ción, de un telemando y de un microproceso del tiempo, de los cuerpos, de los placeres. Ya no existe un principio ideal de estas cosas a es­cala humana. Sólo persisten efectos miniatu­rizados, concentrados, inmediatamente dispo­nibles. Tal cambio de escala es visible en todas partes: este cuerpo, nuestro cuerpo, aparece como superfluo en su extensión, en la multipli­cidad y la complejidad de sus órganos, de sus tejidos, de sus funciones, ya que todo se con­centra hoy en el cerebro y en la fórmula gené­tica, que resumen por sí solos la definición operacional del ser. El campo, el inmenso cam­po geográfico, parece un cuerpo desértico cuya extensión resulta innecesaria (y que aburre atra­vesar, incluso al margen de las autopistas) a partir del momento en que todos los aconteci­mientos se resumen en las ciudades, a su vez en vías de reducirse a unas cuantas cumbres miniaturizadas. y el tiempo: ¿qué decir del inmenso tiempo libre que se nos deja, dema­siado tiempo que nos rodea como un solar sin edificar, una dimensión ahora inútil en su desarrollo, a partir del momento en que la ins­tantaneidad de la comunicación ha miniaturi­zado nuestros intercambios a una sucesión de instantes?”

(Jean Baudrillard, El otro por sí mismo)