Zen y pensamiento oriental



“Afirma un dicho zen que al principio los árboles son árboles y las montañas, montañas; después, los árboles ya no son árboles ni las montañas, montañas; pero después, los árboles vuelven a ser árboles y las montañas vuelven a ser montañas […]. Al principio, la realidad que capta nuestra mirada es la puramente sensible, sin tintes intelectuales, sin perspectivas analíticas. Realidad que se va haciendo más compleja cuando aparece un trasfondo, un más allá, un misterio que trasciende el primer plano. Y en él buceamos guiados por un anhelo de conocer. Es el momento en que los árboles han dejado de ser árboles y las montañas, montañas, para pasar a ser algo más y algo distinto. En el momento en que la mirada podría extraviarse, inflamada como anda de trascendencia y de misterio, y acaso gratificada por alguna parcela de visión que le proporciona algo de conocimiento. Es el momento también en que la mirada debe caer en la cuenta y, agotando todo su impulso, que la ha de llevar hasta la zona más alejada en lo posible, según la capacidad de su aliento, regresar. Y en su regreso, los árboles volverán a ser árboles y las montañas, montañas, pero ya no de la misma manera que cuando partió. Tal vez de la misma manera que cuando los vio por primera vez y no se acuerda, con el asombro que produce la simplicidad de la revelación. Esta es una mirada fundadora” (Luis Moliner, La palabra poética de Antonio Colinas).




Chuang-Tzu:

“Si hay que ser fieles a la verdad, todo ser es otro y a la vez el mismo”.


“El punto en el que el esto y el aquello dejan de oponerse es el quicio del Tao”.


“Uno y la Palabra que lo expresa ya son dos”.


“El Tao supremo carece de nombre”.


“Saber que existen cosas que no se pueden conocer constituye la cima del saber”.


“Donde hay reposo, hay vacío; donde hay vacío está la plenitud que es totalidad”.


“Todo razonamiento sobre el Tao va contra el Tao”.


“El Tao al crear produce la diferenciación: el nacimiento y la destrucción”.


“Antiguamente Chuang-tzu soñó que era mariposa. Revoloteaba gozosa, satisfecha de su condición. No sabía que era Chuang-tzu. De pronto se despierta. Era Chuang-tzu y se asombraba de serlo. Ya no lo era posible averiguar si era Chuang-tzu que soñaba ser mariposa, o si era la mariposa la que soñaba ser Chuan-tzu. Entre él y la mariposa había una diferencia. A esto se le llama cambio de los seres”.
(Chuang-tzu, Obra completa)



Lao-Tse:

“El Tao que puede ser expresado no es el Tao absoluto”.


“Desde el No-ser conocemos las maravillas del Tao”.

“Porque Ser y No-ser se engendran uno a otro”.


“El Tao actúa por su vacío, y nunca puede llenarse”.


“Rechazado el conocimiento, ya no habrá preocupaciones”.


“Lo pesado es la raíz de lo ligero”.


“En el momento en que el origen primordial se diferencia, nacen las cosas”.


“El Tao es el absoluto sin nombre”.


“El Tao es, por naturaleza, no acción; y, sin embargo, no hay nada que no haga”.


“Todos los seres del universo nacen del Ser, y el Ser nace del No-ser”.

(Lao-Tse, Tao Te Ching).


Matsuo Basho:

Un viejo estanque.
Se zambulle una rana.
Rumor de agua.






¿Qué es el zen? Podríamos responder que el zen es comer, dormir o cualquier otra de las cosas que hacemos. También podríamos sostener que el zen no es nada en absoluto, o bien podríamos apretar un puño y decir: «¡Esto es el zen!». En el zen, uno puede afirmar que una montaña es una montaña, o también afirmar, sencillamente, que una montaña no es una montaña. Sin embargo, tales respuestas –las maneras clásicas en que el zen se explica a sí mismo– son válidas únicamente para la persona que comprende verdaderamente el ser esencial del concepto mahāyāna «forma es vacuidad, vacuidad es forma»” (Shizuteru Ueda, Zen y filosofía).


“Pinta bambúes durante diez años. Transfórmate tú mismo en bambú. Después, olvida todos los bambúes cuando pintes” (D. T. Suzuki).