Derrida: la escritura de Nietzsche


“Lo que habla –las frases explícitas, los enunciados directos de su ‘discurso’–, no es nunca lo que dice, o al menos completamente lo que dice. El sentido, ¿qué sentido?, se mueve a lo largo de una capa en cuya superficie no queda ya nada. O muy poca cosa: un fragmento, un pecio –quizá el mástil desguarnecido de un velero, síntesis total del naufragio. Pienso en el mecanismo del sueño (nos movemos constantemente en la metáfora de la noche y de su centro). En el sueño una palabra, un objeto, a menudo sustituye a otro con el que no tiene relación alguna (ni de género, ni de especie, ni de semejanza: esto no es una metáfora, al menos según Aristóteles): y sin embargo lo uno significa lo otro. Una cadena de palabras (de objetos) falsas ratifica otra cadena, ausente, que se supone ‘Verdadera’, que representa la ‘verdad’ ocultándola y ocultándose. Pero aquí, incluso si la escritura es siempre nocturna, se trata de un mecanismo de vigilia. Se distingue del trabajo del sueño por ‘puntas’ –de flechas– cuidadosamente lanzadas y aplicadas que alcanzan, reventándola, esa superficie plana y legible que es este texto, este ‘discurso’ legible, fácil, expuesto” (Derrida, Espolones. Los estilos de Nietzsche).